Desde la atalaya de mi poltrona cósmica

Desde la atalaya de mi poltrona cósmica os diviso, ¡oh fiera infantería de los ejércitos del imperio sectario!, desde aquí os veo cual reguero de hormiguitas trepadoras en busca de rico alimento. ¿Y la caballería? Los caballeros sectarios a lomos de sus esplendorosos corceles negros y blancos se parecen a los abejorros de mi jardín, ¡son tan necesarios! ellos se encargan de la polinización… y en cuanto a la artillería ¡ah, la artillería del imperio!: toda la fuerza de sus cañonazos se queda en el polvo disperso que impregna mis sandalias.

Me pregunto como habré llegado hasta aquí. Recuerdo que una vez quise llegar a algún sitio, y anduve y anduve. Cuando llegaba a un lugar inmediatamente sabía que ese no era mi destino, ¿pero cual sería mi destino? No lo sé, yo seguía andando. Ningún sitio parecía ser para mí, ¡pero yo quería ir a alguna parte!, quería llegar, pero ¿adónde? ¿Dónde quiero ir? Y así andando y andando anduve tanto que dejé atrás todos los caminos del mundo y he ahí que… ¡salí volando! ¿Volando? Sí, no cabe duda, estoy volando. Orbité durante un tiempo que no sabría decir cuánto hasta que me dije: estoy haciendo el tonto, está claro que ahí abajo no está lo que busco. Satisfecho con mi descubrimiento abandoné la orbita planetaria y salté… pero ¿hacia dónde salté?, no sé, tan solo recuerdo que mientras giraba alrededor de la esfera que yo creía mi mundo me fijé en los tenues destellos de un punto de luz distante que al fondo se vislumbraba, y justo ahí fui a parar. Sin duda se debe tratar del sol de este sistema de mundos, pensé, pero no quemaba, que curioso. El caso es que todo parecía girar en torno suyo. En efecto todo giraba entorno a este punto, o eso me pareció ya que de repente caí en la cuenta… ¡el centro de luz también se mueve! ¿Cómo es posible? ¿Se movía? ¿Acaso no giraría?, pero ¿entorno a qué? Sin duda debe haber otro centro, el centro del centro, y este se movería entorno a aquel, así que sin pensarlo más cogí y me fui, volando por supuesto, y proseguí mi búsqueda. De golpe me vino una certeza, ¿será posible que ya sepa lo que busco? Un momento, claro que sí, eso es lo que busco, ¡el punto de quietud! Parece ser que todo gira entorno a algo, que a su vez gira entorno a algo, que es evidente que gira entorno a algo… y así sucesivamente… y al final, muy al final, al final de todos los finales: el punto de quietud, el eje-raíz de toda forma de existencia. ¡Desee tanto unirme a él! La emoción jamás alcanzará una cima de plenitud más excelsa que en ese mágico momento cuando uno sabe realmente porqué está aquí. A partir de ese momento mi cuerpo se transformó, seguía siendo de carne y sangre, pero por alguna extraña razón que se me escapa, su ligeraza era… pues eso, ligereza, como la del viento, y pude recorrer distancias que antes me hubieran parecido enormes, inmensas, pero que ahora con esta nueva cualidad adquirida parecían una insignificancia. Y como no iban a ser insignificantes las distancias, si por mucho que las recorría jamás se agotaban.

Pero el punto de quietud, y ¿mi punto de quietud? ¿dónde está el punto de la quietud? O es que tan solo lo soñaba. Pensemos… primero fue mi mundo que resultó no ser mi mundo, entorno al cual orbité, y después fue el sol del primer sistema de mundos, sobre el que me asenté, y después de eso fue… ya recuerdo, el centro de la galaxia a la que llegué a galope tendido a lomos de mi caballo de viento, y luego las galaxias se agruparon, y yo con ellas, y todas formaron un cúmulo de galaxias, que a su vez también se agruparon formando nuevos cúmulos, y cúmulos de cúmulos que también se agrupaban y giraban… y así hasta que desmonté de lomos del viento y me subí a mí mirada, y mi mirada rasgó el tiempo y todo quedó atrás y fue como si nunca hubiera sido, y todo fue una nada plena en la que el no saber y la dicha reinaban. Después volví siendo el mismo que era, pero con una luz en la mirada. Gracias a ella veo las cosas por lo que son, no por lo que muestran de sí mismas, y así cuando un enemigo me asalta solo tengo que enfocar la luz de mi ojo para unirme a él, y entonces me ama.

Las hordas del imperio sectario están preparadas, pero yo no tengo nada que temer, son los cuidadores de mi jardín florido que vienen a la labranza. Desde la atalaya de mi poltrona cósmica los diviso.

Toda alabanza es por y para Al-lah, Señor de todos los mundos, en El deposito mi confianza.

(Excelentísimo Supremo Lider)