
El príncipe mongol, Dara Shukoh (1615-1659), uno de los más audaces pensadores sincréticos de la India además de Sufí Qadirí en una obra excepcional sobre religiones comparadas exponía su opinión sobre la posibilidad de que la religión Hindú fuera las reminiscencias de la Religión Adámica. Recordemos que pensadores tradicionales como René Guenón estaban convencidos de que la religión Hindú eran de las más cercanas a la Religión Primordial. Luego si Jesús y Adam son similares para Dios, podemos establecer una relación significativa entre metafísicas que, aunque aparentemente dispares mantienen un vínculo común, a saber: la Tradición hindo-aria - con sus extensiones desde Persia pasando por Grecia y Roma - y la Semítica, que en su dimensión esotérica no implicaría ningún conflicto en su comprensión.
Sin embargo, el significado subyacente en la surat 33, parece ir dirigido a compensar la tendencia errada a considerar a Jesucristo como hijo de Dios y sus añadidos posteriores en la Trinidad etc. Es por esto que al final del desarrollo de estos versículos recalca claramente "Isa hijo de Maryam". Es en este sentido, esencial, comprender la interacción entre las cifras 33 y 40, porque el 33 representativo del Estado Primordial Pre-adámico y como símbolo de la Haqiqa (Realidad interna Sufí) encuentra el equilibrio y el desarrollo perfecto en el 40, número representativo de la Realidad del Mensajero de Allah*. Es decir, que el mensaje de Jesús se hace uno con el mensaje de Mohammad; como lo dejó bien claro el Profeta Mohammad* cuando refiriéndose él mismo en relación a Jesús alzó la mano y juntó sus dos dedos índice y corazón. Además, desde una perspectiva psicológica el 33 fuera del contexto del 40, nos está indicando la repetición de un orden ternario asociado a los arquetipos y el inconsciente, en el sentido que representa una vivencia "ideal" que contamina la conciencia y que no permite la objetivación hacia el mundo del consciente, por lo tanto adquiere una existencia larvada en las oscuridades del inconsciente. Una de las consecuencias de este desequilibrio nos permite explicar como una "Religión del amor y de auto-sacrificio" se convirtió en la impostura más criminal que la historia haya conocido. Sin embargo el número 40, posee una estructura cuaternaria, símbolo de realización y plenitud y de objetivación en la esfera de la conciencia. En base a su dimensión cuaternaria el Islam es capaz de transmitir a los humanos un orden real de valores útiles y no un mundo idealista sin bases consistentes.

Si consideramos la religión cristiana, más bien paulina, observamos que ha sido elaborada posteriormente, utilizando el modelo crístico, en el que existe una polaridad ausencia-presencia del padre. Esta dicotomía imprecisa tiene un eco real, en todo intento de atribuir paternidad ya sea a Dios o al Profeta o al Maestro, pues establece un campo de acción de excesiva confianza y permisividad, pues no se fundamenta en relaciones reales y que hace que muchos discípulos pretendan seguir a sus maestros, aunque en realidad a quien siguen es a sus egos. En realidad en el fondo no consideran con un adecuado "ADAB" a sus maestros. Luego si el Profeta es el Enviado de Allah, el maestro es el representante del Enviado de Allah. El es el guía hacia lo absoluto, el compañero: el hermano en la creencia ¡el no tiene dos corazones! Él como representante del Profeta está antes que un padre y más allá del padre. No obstante, vencer la tendencia a vincular lo paterno en las relaciones de carácter espiritual es bastante difícil en cuanto constituye una constelación psíquica de carácter colectivo y como toda constelación es capaz de proyectarse y transmitirse como una epidemia.