
El cambio de la dictadura a la democracia trazado desde Washington suponía una verdadera revolución. Aquellos tontos útiles que pensaban que sería una revolución armada, evidentemente no tenían acceso al New York Times, por lo que seguía siendo una de las primeras preocupaciones revolucionarias el aprovisionarse de dinero sin que este menester distrajera en exceso de la lucha política. La España de la transición traía notables progresos en el campo de la intendencia revolucionaria, lo que quedaría de manifiesto con los primeros periódicos que tipografiaban una palabra completamente desconocida hasta entonces. La palabra mágica de nueve letras que prometía sacarlos de las viles tareas propias del suministro de comida podía leerse libremente en las portadas de los diarios. Allí estaba ella sonriente, nueva, mientras se la miraba con una justificada sensación de victoria. No, no se trataba de una nueva quimera pues entre el resto de palabras colindantes resaltaba de forma natural, con un brillo cautivador. No cabía la menor duda que la solución caída del cielo para el pueblo elegido no podía ser otra que la palabra s-u-b-v-e-n-c-i-ó-n.

¿Que es una subvención? Algunos hermanos no daban crédito a lo que era motivo de tanta euforia y agitación e intentaban templar los ánimos. Con el mayor pragmatismo materialista ponían en duda todo el asunto diciendo: “¿Pero como te va a dar el capitalista y aún menos el estado policial un dinero a cambio de nada? ¿Pero tú te crees que alguien nos va a dar dinero para nuestras colgaduras sin tener que trabajar? ¡Anda y cámbiale las sábanas a tu cama que pareces un burro durmiendo en un pesebre! Eso de la subvención ya veréis que va a ser algo de la falange o para ricos. ¡Venga, vamos a recoger las sobras del mercado a ver si con lo que tenemos podemos hacer una sopa para mañana que hará frío!”.

El realismo soviético nunca tuvo muchos seguidores en Andalucía, y todavía muchos menos tras la lectura solemne –una vez hecha la del Corán- del diccionario etimológico de Casares: “La subvención consiste en la entrega de una cantidad de dinero por la Administración, a un particular, sin obligación de reembolsarlo, para que realice cierta actividad de interés público”.¡Ohhh! "La entrega de un dinero sin obligación de reembolsarlo". ¿Acaso no es lo que desde la más tierna infancia todos andamos buscando? Aquello fue una señal inequívoca, el camino buscado con tanto ahínco que la Providencia les proporcionaba como forma de vida, sin desdeñar los hábitos recién adquiridos gracias a la sunna de lavarse la nariz y los oídos y de bañarse por lo menos los viernes. Entre la nueva fe y la naciente democracia, las cosas estaban mejorando muy rápidamente para algunos.
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