LA ENVIDIA COMO IDEOLOGIA

FREAKIS COMUNISTAS, PETULANTES y NAUSEABUNDOS

Cuando se visitan las web favoritas de los directores de webislam, ("rebelión", "antimperialista" o "civilización socialista"), a uno le queda muy claro quienes son y a que estímulos obedecen los que se denominan a su mismos “los hombres y las mujeres del siglo XXI”.

Nuestra lucha no se trata de un mera elección estrecha entre opciones electorales dentro del actual régimen, sino de apostar por formas de organización económica y espiritual, cualitativamente superiores a la civilización burguesa, donde se garantiza la emancipación del proletariado y la democracia real. Es la lucha popular por la conquista de la civilización socialista, partiendo del estudio científico de las bases materiales que lo posibilitan y con el objetivo último del comunismo.

El igualitarismo, el mundo feliz y su movimiento mesiánico secular tienen una raíz y un patrón ideológico muy conocido que no es otro que el materialismo marxista. El marxismo dice muchas cosas que esencialmente transpiran materialismo y sólo materialismo. Materialismo significa, no solo que no se cree en Dios, si no que la religión está en contra del mundo feliz y de su movimiento mesiánico secullar, el igualitarismo. Así de sencillo. Primero se niega a Dios, luego se abre la caja de Pandora de todos los dislates. Uno de los últimos dislates es querer que Dios y su movimiento secular mesiánico igualitarista coincidan o se fusionen, lo que en el cristianismo han bautizado como “Teoría de la Liberación”. En el Islam lo han bautizado como islamomarxismo o en su clón oportunista, feminismo islámico.

El marxismo tiene sus fundamentos en algo tan sencillo como la envidia. El igualitarismo marxista se adorna con imágenes de un mundo mejor donde no habrá diferencias (ni envidias) y donde por ende no habrá conflictos. En verdad la única idea positiva del marxismo es su deseo de liberarse de su pulsión constituyente, la envidia, por medio de una ruta política estructurada. Pero no nos engañemos, el camino que inicia el igualitarista no es el fruto de la generosidad ni del deseo de liberarse de la envidia, si no de ahogarla (en sangre). Ningún igualitarista, ningún marxista conocido ha hablado nunca de la limosna si no para hablar mal de ella (envidia). Ninguno ha dado nunca nada a nadie. El movimiento socialista, igualitarista, marxista, llámesele como se desee jamás ha propiciado que los privilegiados repartan sus riquezas entre los más desfavorecidos, si no por la fuerza. Ellos aspiran a requisar los bienes de los que tienen más que ellos para supuestamente repartirlos entre todos. La envidia y el resentimiento es el estado que les posee. Miran a los económicamente poderosos y se dicen: el mundo se arreglará cuando nadie tenga tanto como ellos. Mejor dijeran que para ellos, el mundo se arreglará cuando nadie tenga tanto  más dinero que ellos mismos. No pueden soportar que alguien tenga más que ellos y eso se llama envidia Así de sencillo.

La envidia habitualmente degenera en odio. En un odio muy profundo. Mucho más profundo en cuanto más tiempo pasa sin alcanzar su objetivo: el bien del otro. Así se larvan largos “procesos revolucionarios” animados por la sed de venganza. Es el revanchismo por el bien ajeno que se nos ha negado durante tanto tiempo el que alimenta la causa revolucionaria.

Por eso los movimientos marxistas declaran tajantemente -anticipándose a los hechos- que el fin justifica los medios. Mediante la canalización de la pasión de la envidia y el odio, la violencia queda justificada. La visión del triunfo de la envidia por medio de la violencia, retroalimenta todavía más esas viles pasiones. Por eso, en las revoluciones marxistas, pese a que accedieron al poder siempre por medio de la violencia, el mayor número de asesinatos no se ha producido nunca durante la lucha por el poder, si no posteriormente. Primero mediante la eliminación física de los antiguos opresores – aquellos que por su mayor riqueza son considerados los explotadores. Sin embargo, la igualadad que la nueva economía colectivista debería garantizar, no calma la sed de venganza y el odio que la envidia han generado. La eliminación física de la burguesía en bloque no será tampoco suficiente, aun cuando no mejore las condiciones económicas objetivas de la población. Posteriormente se eliminarán a aquellos que por su oficio o condición, estaban en contacto con las clases burguesas. Más tarde se atacará a todas las personas que hayan recibido educación en la antigua sociedad. Todavía un poco más tarde, como en el Báltico, China, Camboya, Corea del norte, el pecado burgués de la propiedad se castigará hasta la tercera generación. La envidia exige retaliación, y ésta pasión vengativa pasa a ser exigible por vía sanguínea. Esta es la realidad del marxismo que predicaba el finde las diferencias para acabar con la lucha de clases en un paraíso que en oposición al religioso, tendría su ubicación en la tierra y no en un supuesto cielo.

La historia de violencia de los movimientos igualitarios no es fruto de la casualidad si no que su origen está en sus principios ideológicos. Todas las violencias anteriormente citadas, se repiten en todos los regímenes marxistas de la historia con la precisión de un mecanismo de relojería. Habíamos dejado para el final una violencia que se inaugura en la Comuna, una vez ha triunfado la rebelión antimonárquica, el terror. Las bases ideológicas del terror las instauraría Lenin, pese a toda la charlatanería comunista que quiere hacer culpable de la misma a Stalin, el cual solo fue un continuador del sistema del terror que concibió Lenin. Para los que se escudan en que Trotsky no era amante del terror, mejor les iría con reconocer que Trostsky era el ministro de la guerra, el resto son palabrerías. El terror da paso posterior a las purgas dentro del partido. Y  perfeccionando el aparato el maoísmo añadirá una purificación total denominada “revolución cultural” que sería el paso definitivo para la purga de los vicios del antiguo régimen y la creación definitiva del hombre nuevo socialista. Y no contento con eso, Mao dijo que una revolución cultural sería deseable que se ejecutara una vez por década…

En realidad, la única cura para el sentimiento de odio y venganza que provoca la envidia políticamente estructurada en forma de los diversos movimientos igualitarios es el tiempo. Con el tiempo, los revolucionarios acceden a los que se conoce como nomenclatura, con todos sus privilegios económicos y sociales. Para la nomenclatura, el estado es su propiedad privada. Tras años de privilegios, tarjetas de crédito occidentales y de no acometer ninguna política contra la financia internacional, la nomenclatura se calma, y cierra el tinglado para privatizarlo quedándose con la mejor parte como sucediera en la URSS, o se alía con el gran capital, dejando a la plebe al servicio de éste. ¿Pero que esperaban de un grupo de atéos  envidiosos, farsantes y mentirosos profesionales?

P.S. Aviso para navegantes democráticos ingenuos: Cuidadito con los auto elegidos representantes del islam occidentalizado y democrático, no por la parte islamica (poca) que les toca y que es totalmente civilizada y convivencial, si no por la supuesta parte "democrática" (¿acaso han olvidado que el comunismo aboga por la democracia que ellos denominan "real"?) por sus métodos subversivos y subrepticios de bandera marxista cultural y raíz genuinamente comunista (marxismo islámico, Roger Garaudy, Proyecto Prometeo, Carlos Castilla del Pino, Webislam).