El "filósofo" judío Theodor Adorno, considerado uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista, en un tremendo esfuerzo de honestidad intelectual, supo resumir con una elocuencia sin par la gran calidad de su pensamiento filosófico cuando escribió:
"Todo defensor de los valores tradicionales es un "fascista" mentalmente enfermo...".
Esto que como musulmanes nos atañe muy directamente, lo escribió en un libro titulado "La personalidad autoritaria" en el que recibió colaboraciones de otros componentes de la Escuela de Franfurt, por lo que podría considerarse una obra colectiva de dicha Escuela del marxismo cultural.
La obra propagandistica, que inicia unos estudios que pretenden la caza y captura preventiva de potenciales "fascistas", incluye joyas del pensamiento universal como "eros pertenece principalmente a la democracia"o "no podemos conseguir la modificación de la estructura potencialmente fascista por medios exclusivamente psicológicos" y otras lindezas que nos retrotraen mágicamente a los tiempos luteranos de la caza de brujas.
En dicho líbelo marxista cultural, Adorno describe como sintomas de la personalidad autoritaria y por tanto enferma, el etnocentrismo, el antisemitismo, el seguimiento de los valores establecidos, etc.
El grupo opuesto y teoricamente sano, único que puede salvarse de la necesaria reeducación por parte de las autoridades psicológicas y psiquiátricas initernacionales es el de la personalidad tolerante, que se reconoce por los signos opuestos: filosemitismo, etnoexcentrismo, lucha contra los valores establecidos etc. Por supuesto, la lucha contra los valores establecidos deja de ser un signo de mentalidad sana cuando los valores establecidos en la sociedad llegan a ser los de la dictadura proletaria o los de la escuela de Frankfurt, que viene a ser lo mismo, momento en el que entra en juego la estrategia conocida como de "tolerancia cero". Para hartarse de reir.
A Adorno lo faltó dejar manifiestamente claro algo que se intuye a lo largo de toda su obra que no es otra cosa que el famoso cohan progresista que proclama sin complejos de ningún género una verdad tan desconocida como omnipresente en la estructura mental de las masas: "No es Fascismo si lo hacemos nosotros" para despues cantar las alabanzas a la personalidad revolucionaria y por tanto prefectamente sana, la personalidad del "tolerante cero".
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