LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION (2)

"Nadie cargará con la culpa ajena" (Sura 17, versículo 15).

Algunos judeófobos y otros que no lo son, mantienen que las intenciones de (algunos) judíos de dominar el mundo tienen raíces milenarias. Precisamente Julius Evola a quien hemos citado a propósito de la autenticidad de los Protocolos niega esto último, considerando que estas ideas acerca de crear un gobierno mundial son recientes y que se remontan a apenas a un par de siglos. Nosotros estamos totalmente de acuerdo con la opinión de Évola. Ningún gobernante habría considerado tal posibilidad seriamente -excepto la ideología comunista, que es de origen judía y surge dentro de dicho marco temporal- hasta pasada la segunda guerra mundial. Ningún gobernante anterior consideró esta idea del dominio universal entre otras razones porque era en la práctica una idea humanamente imposible. Ningún Imperio de la antiguedad pretendió extenderse ilimitadamente, ni siquiera el denostado III Reich, que únicamente aspiraba a ocupar lo que definía como su propio espacio vital y no el mundo. Hoy en día, con la invención de las armas de destrucción masiva y los sofisticados sistemas de control que proporciona la electrónica, existen tres o cuatro países que buscan este dominio que ya no es solo mundial, porque lo han ampliado hasta el "espacio exterior". Este dominio sobre la humanidad que basaría por una parte en la fuerza bruta y por la otra en la dominación económica y sicológica de la población y por supuesto hemos de decirlo todo, en la negación de las religiones tradicionales.

Que semejante aberración se refleje hoy en documentos públicos conocidos como "El nuevo siglo Americano" y en otros desconocidos, nos da la idea de hasta que punto  es falsa la interpretación antitradicional que la modernidad ha hecho de la noción de dignidad humana, justificándola hipócritamente en las falsas banderas de los falsos derechos humanos, de la falsa libertad, de la falsa igualdad y de otras falsas zarandajas a las que tan aficcionadas son las denominadas "fuerzas de progreso". Los protocolos de Sión son el sorprendente documento que antecede a todos los protocolos de orden similar que actualmente circulan entre los países que componen el denominado "club de la bomba", club que pretende ser el único legitimado para el uso de semejante juguete. Actualmente, a diferencia de lo que ocurría hace algunos siglos, la mayoría de los pueblos están desarmados, a merced de un pequeño grupo de sanguinarios progresistas.

A nuestro entender, si el pueblo judío, aunque por supuesto no de forma monolítica, ha llegado a liderar este tipo de pensamiento ha sido por circunstancias excepcionales. En primer lugar por su condición de pueblo sin patria capaz de inflitrarse en las organizaciones ajenas sin perder su identidad. En realidad otros pueblos han sido capaces de preservar su identidad en esas mismas circunstancias, como el pueblo gitano, pero ninguno ha sido capaz de disfrazarse de tal modo que estuviera en disposición de influir e infectar a sus países de acogida hasta extremos inimaginables.

El Libro Luminoso nos exige, entre otras cosas, no tratar a ningún grupo humano de forma monolítica. Evidentemente, todos los judíos no piensan ni actúan de la misma forma, por tanto indefectiblemente no podemos expresarnos en términos absolutos. No obstante, nuestro Libro habla abiertamente de los judíos sin importarle adecuarse a lo políticamente correcto, declarando llanamente que entre ellos y para nuestra desgracia, encontraríamos a nuestros más enconados enemigos, y eso no lo podemos cambiar porque no pertenecemos a Junta Islámica. Es tanta la certeza con que se manifiesta al pueblo judío como enemigo de los musulmanes en el Corán,  que para prevenir la tentación de llegar a  juzgarlos a todos por el mismo rasero declara taxativamente que entre ellos, los hay buenos.

A nuestro entender ha sido un error por parte del cristianismo respecto del judaísmo el cargar a las personas con los pecados de otros, en este caso con los pecados de sus antepasados. Error que el cristianismo copió precisamente de sus propios textos sagrados, heredados del judaísmo. No es solo en el Antiguo Testamento como es notorio, sino que también en el Evangelio donde encontramos la condena de un pueblo que pide la maldición por la muerte de Jesús sobre sus descendientes y al que antes se acusa de haber matado a sus propios profetas. Ahora el Papa Ratzinger quiere deshacer el entuerto influenciado sin duda por "las fuerzas de progreso" interpretando de forma pueril el Evangelio de Juan, cayendo ahora en un nuevo error, aún peor, que es el de declararlos "hermanos mayores" de los cristianos, con lo apropiado que hubiera sido leer en el Libro Luminoso algo tan simple como "Nadie cargará con la culpa ajena" y mantener las distancias con quienes a la postre y por supuesto estamos generalizando, se burlan de ellos.  Nosotros, lejos de cargar a nadie con la culpa o los pecados de otros, intentaremos entender las circunstancias excepcionales que han podido llevar a una minoría racial (donde no están todos los que son ni son todos los que están) a desear el mal y la esclavitud para los demás pueblos de la tierra, tal como se observa en los verídicos aunque no auténticos Protocolos, igual en otros textos similares, como el recientemente comentado "Idealismo Práctico", pero sobre todo en el comportamiento de éstos hacia la población de los países que tradicionalmente les han dado acogida, incluyendo actualmente a los pueblos musulmanes.

El hecho de que los judíos medraran en medio de pueblos gentiles más o menos politeístas, como el hecho de que estos gentiles una vez cristianizados fueran, por la propia influencia intelectual judía dentro del cristianismo, quienes le tacharon de pueblo deicida,  ha debido que tener una importancia trascendental en el rencor desatado que los judíos (algunos) han desarrollado hacia los cristianos (católico y ortodoxos) a lo largo de los siglos, incluyendo entre las causas los no poco frecuentes progromos y expulsiones, unos justificados y otros absolutamente injustificables. Creerse por un lado el pueblo elegido de Dios y por el otro saberse el pueblo maldito de Dios para la inmensa mayoría de la humanidad no debe ser una situación ideal para mantener el equilibrio moral ni intelectual. Nosotros sinceramente no seríamos capaces de llevarlo con dignidad. La capacidad de infiltrarse e infectar a los pueblos de acogida con estrategias destructivas al tiempo que conservaban su propia identidad y su ética es algo nunca visto entre los pueblos nómadas de la tierra. Ni los gitanos ni los beduinos, capaces de preservar igualmente su ética y su identidad a lo largo de los siglos, no han podido o no han querido infiltrarse en el núcleo duro de sus estados de acogida. Quizás eran menos inteligentes, se sentían menos amenazados o simplemente eran menos ambiciosos, quien sabe.

En definitiva, como al final acababan rechazados y oprimidos con razón o sin ella allí donde iban, desarrollaron una ética hacia los pueblos que los acogieron completamente antagónica a la que predicaban para ellos mismos. Naturalmente estamos generalizando pero ya advertimos que hablaríamos de los judíos en términos generales. y no como religión ni como individuos, sino como pueblo. Esto se ve claramente en su Ley, el Talmud. No hablaremos mucho del Talmud por razones muy simples: apenas lo conocemos. Lo poco que sabemos del mismo ha venido a raíz de intentar saber la verdad sobre los polémicos  Protocolos de Sión. Lo poco que hemos aprendido nos ha sobrecogido: el judío que enseñe el Talmud a un goyim (no judío) se hace reo de muerte. El goyim que propage el Talmund se declara reo de muerte. A la luz de semejantes disposiciones legales, entendemos que el autor de los Protocolos originales, de existir, no quisiera darse a conocer.

El Talmund es la Ley judía, la sharia. Los judeófobos, como los islamófobos, han tenido por necesidad que haber distorsionado voluntariamente la traducción de algunos de sus textos, pero el corpus talmúdico en su integridad no deja lugar a dudas. Los mismos judíos modernos presumen de que el Talmud tiene un 80% de interpretación y un 20% de revelación, como ejemplo de apertura intelectual. Ciertamente existen muchas escuelas talmúdicas, pero precisamente esa libertad interpretativa -la misma que predica para los musulmanes el grupo de inspiración islamo-talmúdica llamado Junta Isámica es la que ha posibilitado obviar los preceptos de la Ley de Moisés hasta hacerla prescindible en la práctica. El hecho es que en la práctica no se castiga con la misma severidad atentar contra la Torá como atentar contra el Talmud. Es por eso que un judío puede ser ateo y seguir siendo respetado como Judío, porque el Talmud es la ley de los judíos, con toda su secuela de interpretaciones variopintas tendentes a protegerles de los extraños de maneras a veces siniestras. Es por ello por lo que un filósofo como Spinoza, que aun con seguir creyendo en Yahveh y no contravenir nigún precepto de la Torá, o un Kissinger pese a haber servido fielmente a Israél o como algúnos libros de Maimónides fueron castigados por no someterse a las misteriosas leyes internas de la comunidad judía. Junta Islámica nos da ejemplo prefecto de cual es la esencia del talmudismo  cuando nos muestra constantemente como para ellos es más importante someterse al credo progresista por inmoral que este sea, antes que seguir el Corán como lo entendió el Profeta (saws), sus compañeros y sus lícitos sucesores, que por cierto, los hubo. El sistema del Talmud, según informan los entendidos consiste en disquisiciones a preguntas que se realizan en la comunidad en las que caben las más peregrinas interpretaciones de uno o varios rabinos a la vez, sin unos principios legales que puedan encauzar la subsiguiente multicplicidad de respuestas. De esta forma, la libertad de interpretación posibilita el oportunismo interpretativo, tal como los protestantes han copiado, convirtiendo el ideario de su Iglesia en una interminable secuencia de opiniones que dieron paso a nuevas iglesias y donde ¡Todo es posible! Para desgracia de la fe evangelista, esta no cuentan con el principio de unidad, en este caso racial, de las comunidades judías, que es al fin y a la postre lo único que finalmente les queda de su judaísmo original, que es el sentirse el pueblo elegido. Muy similar a lo que les ocurre a los izquierdistas, que hagan y digan las diversas barbaridades que se les ocurran en cada momento, se siguen sintiendo la vanguardia moral de la humanidad, los salvadores de la Tierra y los únicos interpretes de la realidad. Es por eso por lo que unos y otros al fin y a la postre, aunque no sean creyentes, aunque deseen fervientemente la concordia y la mejora de las condiciones de vida de la humanidad, al final de todas y cada una de sus aspiraciones mesiánicas, vuelvan indefectiblemente al orgullo de considerarse parte del pueblo elegido, la raza reina de la humanidad. Esto es muy particularmente detectable en los creadores de las ideologías de progreso, por ejemplo en Moses Heiss el mentor de K. Marx y F. Engels a la par que fundador del socialismo sionista. Moses Heiss que después de defender durante la mayor parte de su vida la integración de los judíos en una humanidad socialista universal donde las diferencias religiosas tendérían a desaparecer, vuelve al final al redil talmúdico para reclamar caiga quien caiga (en este caso los musulmanes), una patria propia en Palestina solo para judíos... El mismo Marx sufrirá de esta bilocación ideológico-racial, y así es en general lo que ocurre con la  mayor parte de los judíos, sujetos como dijimos anteriormente a una confluencia de circunstancias anormalmente excepcionales para el resto de la humanidad. No queremos dejar de recordar que semejantes circunstancias habrían podido darse también entre los musulmanes respecto a los descendientes del Profeta (la paz y las bendiciones sobre él, su familia y sus compañeros) como en parte y aunque muy livianamente ha sucedido dentro de la familia chiíta. Hay quien ha planteado que  el chiísmo se fundó sobre un caldo de cultivo precisamente judío, en el que ciertos rabinos casaron a sus hijas con musulmanes para influir sutilmente por medio de la llamada "ley del vientre" en la comunidad musulmana. Pero como no contamos con más  información al respecto lo dejaremos en una pregunta que se lanza al viento, por si alguien es capaz de aportar algo de luz a esta teoría. En cualquier caso, al  no tener el Islam un carácter racial y desarrollarse estas tentaciones dentro de una gran comunidad propia y no como una minoría enquistada en un pueblo ajeno, la cosa no ha llegado, afortunadamente, a pasar a mayores. No obstante el Libro Luminoso advierte ante este tipo de tentaciones a los árabes a los que amenaza con mandar a un pueblo que los sustituya en caso de no mantenerse fieles a la revelación, lo  que por cierto no tardó demasiado tiempo en hacerse realidad. Tentación que volvería a presentarse siglos después con los deseos de emancipación del Califato Otomano por parte de los nacionalistas árabes, alentados por los servicios secretos del Imperio Británico, con la ideología wahabita a la cabeza. Como se dice vulgarmente, en  todas partes cuecen habas.

El problema que plantea el Talmud, del que por razones obvias conocemos tan poco, contiene además una característica propia de las sociedades secretas, especialmente de aquellas que tienen un proyecto conspirativo como es el caso de la masonería, que es el propósito de alcanzar  LA CORRUPCION DEL ORDEN MORAL de los gentiles, arte en el que Marx, Engels y Lenin, como sus camaradas de Junta Islámica, se revelaron como maestros consumados. Aquellos judíos modernos, que descuidando o abandonando abiertamente la religión y llevados de las mejores intenciones pudieran empatizar con sus pueblos de acogida e incluso aspirar a una hermandad universal, no recibían la condena talmúdica por descreer de Dios ni de sus liturgias. El pecado mayor de esos judíos era desligarse de la comunidad talmúdica, en la que una verdadera policía secreta se encargaba de asegurarse la lealtad y la pertenencia a la comunidad judía de sus hijos descarriados. Cargados con el peso de saberse miembros del "pueblo elegido" la persecución implacable de los rabinos, que eran capaces de traspasar fronteras y continentes, cuando no la propia programación subconsciente, impedía a estos judío "perplejos"o "extraviados" como a si mismo se autodenominara Spinoza, desligarse completamente de los objetivos de su comunidad. El caso de Moses Heiss resulta significativo, pero es el mismo caso de la inmensa mayoría de los intelectuales judíos, llamense Einstein o Woody Allen. El sentir de estos extraviados se asemejaría al del vasco que militando en un partido españolista o siendo apolítico recibe tres o cuatro veces al año una carta de parte del PNV recordándole que el registro civil confirma que tiene más de catorce apellidos vascos en su árbol genealógico, reiterándole la necesidad de afiliarse al partido y que no hacerlo sería dejación de una gran responsabilidad contraída con el pueblo en el que vive (ésto es real aunque explicado a grosso modo). La consecuencia es que o se va a vivir a Oviedo a tocar el violín, predicar el amor libre o a hacerse el loco para intentar olvidar, o aquello que sucederá cuando observe las fechorías de ETA, será que prefiera echar un tupido velo cómplice y condescendiente sobre el asunto. Así se domina aun pueblo mediante el terror. También nso sirve de ejemplo de la eficacia de esta programación mental en combinación con las habilidades de una policía secreta, el que el impenitente agnóstico Tierno Galván, optara horas antes de morir por recibir los santos sacramentos de la Iglesia Católica.

Mucha gente no sabe cual es la diferencia entre un Judío y un Sionista, entonces cuando un Sionista se comporta violentamente, se culpa a todos los Judíos.  El político sionista Theodor Herzl dejó claro hasta donde estaban dispuestos a llegar los sionistas para lograr su sueño mesianico:  "Es esencial que el sufrimiento de los Judíos. . . empeore. . . esto ayudará a la realización de nuestros planes. . . Tengo una excelente idea. . . Induciré a anti-Semitas a que liquiden la riqueza Judía. . . Los anti-Semitas nos ayudaran a reforzar la persecución de los Judíos. Los anti-Semitas serán nuestros mejores amigos"

Queda otra opción para aquellos que deseando por convicción liberarse de lo que consideran su propio destino -porque constituye el fundamento de su propia identidad- no tienen la suerte de encontrar un camino de salida. Es el caso del  judío vienés Otto Weinninger, que dotado de una inteligencia y una moralidad excepcional optó por el propio suicido. Por supuesto que este no es el camino aconsejable, pero lo sacamos a la palestra porque creemos que ejemplifica a la perfección la tremenda presión que sufren aquellos que son condicionados por fuerzas tan poderosas como aquellas a las que se ven sometidos los judíos -hablamos en general-, sean estos creyentes o no y estamos hablando de los judíos sionistas, aquellos que administran la usura a las naciones, quienes financian toda guerra y todo atentado contra el orden moral, sea infectando la religiones o culturas con sus nefastos "ismos". Y a veces la presión, aunque leve, demuestra ser sutílmente eficaz. Con este ejemplo quizás podamos transmitir a los lectores, un poco de comprensión, si ello es posible, a las especiales circunstancias que confluyen en un pueblo que ha vivido atormentado y en medio del conflicto gran parte de su larga historia, y que ahora parece que desde el sanedrín financiero al menos, se dedica a hacer sufrir a la humanidad.

El tema se haría interminable y tememos cometer algún error de bulto por las dificultades que presenta plantear con simplicidad una investigación sobre un realidad tan hermética, por lo que optamos por dar por terminado el tema de los Protocolos de los Sabios de Sión. Esperamos no haber ofendido a las comunidades que hemos citado, manifestamos con toda la sinceridad de la que somos capaces que de sentirse discriminados o injustamente tratados, no era esa nuestra intención. Insha'allah.

Salam