Las Naciones Unidas están llenas de mujeres decididas a destruir la familia y el matrimonio como instituciones, mujeres que desean que la familia se defina únicamente como grupo de mujeres y niños. Los hombres deben quedar al margen. Su función como padres debe reducirse a servir de bancos de semen y billeteras. Afortunadamente, quienes creemos en el matrimonio y en la necesidad de que los niños convivan con ambos padres biológicos siempre que sea posible, tenemos el tiempo de nuestra parte. El movimiento feminista está agonizando, mientras sus ancianas defensoras escriben ya libros en que, a un paso de la tumba, lamentan su juventud desperdiciada. Gracias a la interesante obra de Mike Horowitz, Hating Whitey and Other Progessive Causes ["Odiar al hombre blanco y otras causas progresistas"] , sabemos que Betty Friedman era marxista stalinista. Por mi parte, fui tan consciente del trasfondo político de muchas de las denominadas “líderes” del movimiento que escribí un pasaje al respecto en una de mis novelas, First Lady ["Primera Dama"]. En él, habla un agente comunista que es tutor de una de las principales universidades de Inglaterra, y cita a la esposa del Presidente ruso:
“Se lo diré. Fue realmente la esposa del Primer Ministro quien trajo la respuesta. Una mujer encantadora que, mientras hablaba, no dejaba de mirarme. Recuerdo sus palabras exactas: “Empezad siempre la subversión por las mujeres, como en África, ofreciéndoles anticonceptivos, asistencia médica gratuita, facilidades para abortar, etc.”
En efecto, fue mientras trabajaba con misioneros en Senegal cuando ví por primera vez a los comunistas regalar radiotransistores a las mujeres africanas. Los misioneros trataban de atraer a las mismas mujeres a su dispensario con ayuda médica, seguida de una lección de la Biblia. Mi conclusión sobre la forma de expansión del movimiento feminista es que no se trata de algo tan espontáneo como las feministas quieren hacernos creer. Yo estuve allí en los primeros tiempos y me asombré ante la organización y las cantidades de dinero que afluían. Casi todos los grupos disidentes, excepto yo misma, porque yo no era “una de ellas”, disponían de oficina y teléfono.
Erin Pizzney (De lo personal a lo político, 2000)
2 comentarios:
Esa mujer parece un vampiro
A-s-Salamu 'alaykum:
CONGRESO DE FEMINISMO ISLAMICO: HORA DE LA PLEGARIA:
Tres mujeres rezan el salat pues las otras se encuentran indispuestas. Empieza la plegaria y una de las tres dice: "hay, me he olvidado el GSM en el vestíbulo". La segunda, indignada, se vuelve e increpa a la que ha hablado diciendo: "Tu no sabes que hablar vicia y rompe la plegaria"?.
A esto, la mujer que de las tres estaba de imama, las interrumpe y dice: "No, hablar solo vicia la plegaria si lo hace el imam".
Y es a esto a lo que nos podemos esperar en un tal congreso.
Salam
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