Los inefables progresistas del Islam creen que el expolio, confinamiento, deportación y sitio del pueblo palestino es "su" causa. Como siempre se ha dicho desde la izquierda, para lograr el triunfo del socialismo TODO está permitido. Parece que hasta disfrazarse de musulmán. Naturalmente que para creer que la causa Palestina es su causa, no han necesitado leer un solo libro ni realizar el más mínimo esfuerzo de documentación para decidir. Necesariamente, porque de haberlo hecho, los Abdennulos y las Zarzamoras de turno, no se atreverían a mantener esta falacia. ¿O si? Digan lo que digan, su lugar como marxistas internacionalistas está en el lado contrario.
La realidad para las personas normales, no es otra cosa que lo que entiende tras comprobar las evidencias y escrutarlas con la ayuda del pensamiento, algo difícil de entender para quien cree, desde la cuna, en la superioridad moral de su causa, jalonada de una rosario interminable de mentiras y contradicciones que solo una mente condicionada por la publicidad y la propaganda institucional es capaz de sostener seriamente sin volverse loco. Toda ideología tiene sus contradicciones, ciertamente, pero solo los progresistas son capaces de compatibilizar con absoluta parsimonia una cosa y la contraria. Ejemplos hay muchos, tan estridentes que suelen pasar desapercibidos: defender a la vez la dictadura del proletariado y la democracia, el pacifismo con un ejercito rojo armado hasta los dientes entrando en todos los países que se le ponían a tiro, la defensa de los trabajadores y esclavitud de los mismo dentro de la economía planificada, denuncia de la explotación y defensa del stajanovismo. Libertades, derechos ciudadanos y eliminación de fronteras conviviendo armónicamente con telones de acero, deportaciones y restricciones a la movilidad dentro del territorio soviético o Chino. No consumismo junto al Audi y la pluma Montblanc. Autodeterminación de los pueblos y multiculturalidad. Islam, sin Sharia. Corán, sin hadith. Sufismo y laicismo. Feminismo e Islam. La lista sería interminable. La única manera de compatibilizar tantas cosas incompatibles a la vez sin sonrojarse solo puede ser una: que son mentirosos profesionales que mienten hacia fuera y hacia dentro de si mismos. Pruebas sobradas tenemos de esto cuando leemos las mentiras que se escriben desde el órgano progresista por excelencia, financiado irónicamente por el PSOE y Arabia Saudí llamado Webislam.
La realidad es tozuda:
Para empezar, unas palabras de un colectivo izquierdista gallego (y sionista) llamado GZ_Israél, con excelente pagina web donde se da una gran importancia al moviento kibuttzziano:
La variante populista de la izquierda, la que se dirige a los resentidos, a los que quieren dejar de ser pobres para ocupar el lugar de los ricos, predominó finalmente. Había tomado la palabra medio siglo antes para decir que «si Rothschild es judío y es banquero, y los banqueros son el enemigo, los judíos son el enemigo» (Toussene, 1803-1855). El anarquista Proudhon (1809-1865), maestro de éste, había propuesto su exterminio o su deportación a Asia.
Naturalmente, como bien nos aclaran los compañeros de GZ Israél, entre los primeros tontos útiles de las ideas socialistas había inevitablemente mucho antisemita (no olvidemos la confusa intencionalidad política del término). Era una asociación imposible de eludir porque hasta para el más ignorante de los tontos útiles -usando el termino con el que les denominaba Marx con todo descaro- que egresaban al comunismo sin conocer su doble cara, capitalismo, banca y judíos producían esta asociación de ideas de manera automática.
Marx quiso eludir la desconfianza de los antisemitas, a fin de cuentas la masa, procurando no ser identificado como judío. Había utilizado la acusación de «judío» contra sus rivales, como Lassalle, y teorizado en un breve panfleto sobre la necesidad de despreciar todo aquello que no fuese obrero comunista. Así rechazó a su maestro Moses Hess ("Roma y Jerusalem, la última cuestión nacional",1845), sólido antecedente del sionismo. El comunismo nunca reconocerá sus orígenes bancarios, capitalistas y sionistas, hacerlo hubiera supuesto pinchar la burbuja de ignorancia en la vivían y siguen viviendo sus partidarios. De ahí su discurso esquizofrénico, tachonado de constantes contradicciones que son apagadas eficazmente por la propaganda y la ingenuidad de sus fieles, más preocupados en de-construir la familia, la propiedad y la religión como paso previo a la toma del poder mediante la revolución sangrienta -seguida de una guerra civil- que finalmente lograrían, en un grado muy alto, gracias a la ayuda de la alta finanza internacional.
En cuanto a la causa nacionalista judía, en 1928 y por resolución del gobierno central de la URRSS, adalid de todos los movimientos socialistas del mundo, se destinó la región de Bibrobidyán al asentamiento de la población judía, con todas las garantías para el desarrollo de la cultura nacional. Se trataba de una región relativamente rica en recursos naturales, y fértil.
El Gobierno soviético había ya tratado anteriormente de reubicar a judíos en Criméa y Ucrania, intentos que fracasaron debido a la oposición de las poblaciones locales que debían absorberlos. Mijael Kalinin, presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS entre 1937 y 1946, fue un ardiente partidario de éste proyecto que fracasó entre muchos otros motivos principalmente porque la mayoría de los judíos prefirieron -y a diferencia de otras etnias, pudieron- emigrar a Europa, Palestina o los EEUU.
Al terminar la Segunda Guerra los sueños de la izquierda hablan de una sociedad mejor, en la cual la URSS tendrá un papel principal. Mucho sabemos del pasado inmediato, las purgas de los disidentes, el asesinato de Trotsky en México, etc., pero una especie de auto ilusión llevó a parte del movimiento socialista a una identificación casi absoluta con el comunismo soviético.
El asunto es muy complejo como no podía ser de otro modo cuando los protagonistas están especializados en el engaño, el autoengaño, el ocultamiento y la falsificación, cuando no en la ignorancia de los hechos reales, y a pesar de la contundencia de sus proclamas, son sobre todo maestros en no hablar claro. Su prototipo es el “cosmopolita, ateo y ciudadano del mundo”, una cortina desde la que se camuflan los originales objetivos de la causa iluminati que recodábamos al principio de la entrada anterior, y una definición que ningún musulmán honesto podría nunca suscribir salvo que sea un progresista islámico.
La cortina de humo izquierdista debe de tener su origen en el smog que respiraba el gran Marx mientras trabajaba para Rothschild y los Iluminatis. La primera cortina de humo consistió en ocultar el origen bancario e iluminati del movimento, incluyendo el origen judío de Marx y de sus banqueros, como el de todos y cada uno de los presidentes de la URSS. La segunda cortina de humo y la más querida por los progresistas es la mitología creada con el propósito de exonerarse de los efectos de la "revolución" que distingue entre un Lenin "bueno" y un "Stalin" malo. La realidad es que Lenin no tuvo tiempo suficiente para desarrollar la obra sangrienta que consolidaría su camarada sucesor, sencillamente y ni más ni menos. También parece más que claro que Stalin fue la persona elegida por Lenin para la sucesión con bastante antelación, por más que se esgrima que Lenin le consideraba "demasiado ambicioso" en unas anotaciones de su diario personal, hacia el final de la enfermedad neuronal que acabó con su vida. La tercera cortina de humo consiste en decir que Stalin era antisemita. Curiosa afirmación cuando hoy se sabe con todo lujo de detalles que si bien su paternidad no ha quedado clara, era judío por parte de madre. Stalin solo fue antisionista durante los últimos años de su vida y por motivos bien concretos que esperamos poder exponer, entre otros haber descubierto que el grupo de médicos judíos que le trataban estaban intentando acabar con su vida. Bueno es también recordar que la política de asesinatos masivos que tuvo lugar en el paraíso comunista con su propia población y en tiempos de paz, solo empezó a menguar a partir del año 1959, cuando el terror estaba tan interiorizado entre la población (aquellos a quienes habían venido a liberar) y ya no quedaba prácticamente ningún "colectivo" por purgar. Stalin había muerto en 1953.
El origen de esta dualidad que permite salvaguardar la pureza idealista del comunismo y su superioridad moral es muy a grosso modo así: Trotsky (considerado con absoluta falsedad como guardián de un verdadero comunismo que iba muy pronto a dejar de cometer crímenes e implantar la sociedad ideal de no haber sido por Stalin), había acusado a Stalin de detener y congelar el avance de la revolución. Stalin lo que hizo fue consolidar a la URRSS como una gran potencia siguiendo el método iniciado por I. Lenin: con la ayuda de los grandes poderes financieros de New York, especialmente con el grupo Rockefeller que puso a disposición del desarrollo de la industria soviética los mejores diseños de la tecnología capitalista. La moneda soviética, tanto con Lenin como con Stalin, estuvo respaldada por el patrón Libra y Dolar, lo que ya de por si otorgaba a sus verdaderos patrones más beneficios de los que ya de por si obtenían por las ventas del petroleo soviético y las impresionantes inversiones norteamericanas en el país de los soviets. en este aspecto no había disputas entre Lenin, Trotsky y Stalin, otras eran las diferencias. La idea de Torstky era utilizar a Rusia como plataforma para extender la revolución a otros países, es decir, instalar el internacionalismo socialista. Stalin hizo lo contrario, nacionalizar la revolución, basándola en el éxito del estado soviético ruso. El plan original no era éste, ciertamente, el nacionalismo no entraba en los presupuestos originales del Manifiesto, pero es que a Stalin no le quedaba otra, especialmente con la amenaza inesperada de Alemania, que se esperaba iba a caer fácilmente en la órbita del comunismo como la ficha principal del dominó internacionalista. Más allá de la ingente ayuda capitalista, la única manera de mantener al país unido y resistir al inesperado opositor Alemán era apelando a la vieja fibra del nacionalismo ruso, negado, prohibido y combatido hasta entonces por los bolcheviques y dejar para los países "burgueses" la batería de ideas revolucionarias originales, que se reservaron como armas de exportación: feminismo, sexualidad comunal, eliminación de todas las creencias religiosas etc, etc, etc. Los troskistas, cuya doctrina era "la revolución permanente" hasta el triunfo final, es decir, universal, y no la creación de un estado nacional comunista, discreparon de la elección por Lenin de su dignno sucesor, el papaíto Stalin. A Trotsky nos lo presentan como un pacificista que buscaba el socialismo internacional y que para lograrlo hubiera seguido otro tipo de políticas muy distintas a las de Stalin. Un verdadero sacarsmo, ya que nNo por casualidad el pacifista Trostsky era ministro de la guerra y supervisor de la cheka. Los troskistas, que en parte si eran los verdaderos comunistas en la internacionalización apátrida de la revolución, se refugiaron en New York y comenzaron a infiltrarse en áreas clave de la política, de la cultura y de la economía de los EEUU y fueron precisamente quienes crearon ese orden neo-conservador (neocon), anti-stalinista y ultra-sionista que domina la política interna y externa de los EEUU hasta nuestros días.
En realidad el neo-conservaduraismo y el neo-liberalismo son inventos troskistas para ir llevándonos lentamente hacia el comunismo.
¿De verdad? Pues si, la realidad es tozuda.
Es un hecho bien establecido que muchas de los iluminados de principios del neo-conservadurismo (el más famoso Irving Kristol en la década de los 40, un ejemplo más reciente es David Horowitz) procedían de orígenes marxistas, y que el neoconservadurismo (como el propio marxismo) comenzó y sigue siendo en gran parte un fenómeno del intelectualismo judío.
Más importante para los propósitos de este análisis, sin embargo, son las razones prácticas de solidaridad judía con el bolchevismo. Judíos europeos y americanos por igual han llevado un odio profundo a los regímenes tradicionales, y a las religiones del continente europeo, en particular la Rusia Zarista y varias naciones de Europa oriental, debido a (reales o imaginarias) "persecuciones" y "progromos" que ocurrieron allí. Así, cuando los bolcheviques derrocaron al Zar, destruyeron la odiada Iglesia Ortodoxa, aterrorizaron con impotencia a los campesinos terratenientes religiosos, y reemplazarzon la autoridad tradicional rusa con un Comisariado Judío; la judería internacional (incluidos los supuestos "capitalistas", como Schiff o los Rothschild) abrazaron la Revolución y la ideología marxista. Con Rusia convirtiéndose en una colonia judía donde el "anti-semitismo" era un delito castigable con la muerte, los judíos de todo el mundo ponían sus esperanzas en la posibilidad de revoluciones similares en otros lugares. De hecho, sus compañeros de armas lucharon denodadamente para conseguir similares cambios en Hungría (Kuhn), Austria (Adler) y Alemania (Eisner).
Cuando Hitler invadió la Unión Soviética, se puso de manifiesto que las masas rusas no luchaban por la causa del bolchevismo, una ideología que les había traído tantas miserias, sino más bien por el la sangre y el suelo de Rusia. A partir de entonces, la dirección soviética tuvo que satisfacer a los elementos nacionalistas rusos toda vez que los primeros bolcheviques habían trabajado duro para acabar con ellos y ellos a cambio habían salvado al experimento comunista de la debacle. Esto condujo a una mayor tolerancia hacia la Iglesia Ortodoxa Rusa y una disminución de la presencia judía en el buró político soviético y en la KGB. Por lo tanto, la URSS estaba "traicionando" a los elementos que la hicieron atractiva para los judíos en su construcción.
Quizás un factor aún más importante en los orígenes del neoconservadurismo fue el surgimiento de un Estado de Israel independiente. Mientras que muchos marxistas judíos apoyaron el estado sionista, la izquierda más intelectualmente coherente se opuso al sionismo en base de que todos los nacionalismos, incluído el judío, son enemigos de la revolución proletaria mundial. Por lo que, los izquierdistas judíos que una vez defendieron el internacionalismo de las naciones gentiles, se vieron obligados a llegar a un acuerdo con las implicaciones de esta ideología para los sentimientos nacionalistas propios. Por tanto, se necesita una ideología que les permitiría tener su pastel (oposición al nacionalismo gentil) y comerselo también (apoyar a Israel), y justamente lo encontraron con el neoconservadurismo.
Consultemos la Wikipedia:
Irving Kristol (22 enero 1920-18 septiembre 2009) fue un publicista considerado el fundador del neoconservadurismo norteamericano.
Kristol nació en medio de una familia judía ortodoxa en Brooklyn. Obtuvo su B.A. en Historia en el City college of New York en 1940, donde fue un trosksita activo. Antes de graduarse conoció a Gertrude Himmelfarb en una reunión troskista y se casaron en 1942. En 1983 escribió que estaba orgulloso de haber sido miembro de la IV Internacional en 1940. Entre 1941 y 1944 fue parte del ejército de los EEUU. En julio de 2002 el presidente George W. Bush le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.
Este es el fundador del movimiento neocon... alguien muy diferente a los que echan humo con la fantasía de una conexión nazi-facha-vaticana (ultramontana) sionista.
Continuará...
2 comentarios:
A-s-salamu 'alaykum:
Buen y completo artículo, como siempre, profesor.
Mire mi blog donde encontrará referencia a un artículo de webnifaq. Han pasado de las burradas de Prado y Aya y les ha dado por otros "autores" más sibilinos.
Salam
Perdone, he tenido un lapsus: el artículo era del 2005. Probablemente les pareció "poco destructor" y decidieron traer a Aya y Prado
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